Estas noches vienen siendo despejadas y de luna llena. Aprovechando tal coyuntura, decidimos una medianoche de un domingo cualquiera dar un paseo hasta el castillo de Montearagón desde Quicena, guiados por Vael. Tanto Varislav como yo era la primera vez que lo íbamos a visitar.
Una caminata breve y agradable, a la fresca intemperie nocturna de ese paraje seco y terroso. El castillo, conforme uno se va acercando, toma una silueta señorial, de digno vestigio del pasado medieval que aún mantiene su sombra, y sus reales tumbas.
Subiendo esa empinada carretera, nos sorprendió observar en el horizonte un parpadeante resplandor colorado, como de cohetes artificiales. ¡Sólo podía tratarse de los de la clausura de la Expo!
Pasada su portalada de piedra nos alegró comprobar que, al menos, algunos de sus muros tenían la base restaurada. La erosión que sufren estas piedras de tierra, típicas oscenses, les confiere un aspecto como de agujereadas por el viento.
Una vez entre los muros, nos aguardaba una fantástica vista de la Hoya de Huesca, con la ciudad iluminada -véase la fotografía. No imaginaba observar tan amplio panorama desde el castillo.
La luna refulgía en todo su esplendor, relegando a las estrellas de más débil brillo. Lo cierto es que hacía mucho tiempo que no mirábamos al cielo nocturno. Y la Luna, Venus, y algún otro astro nos valió para disfrutar, como los que más, de la exploración celeste. Prismáticos en mano, apostados en las paredes de piedra para evitar el temblequeo del pulso, fuimos recordando rudimentos de astronomía.
Es emocionante redescubrir los mares y cráteres lunares; percatarse, gracias a los binoculares, de la circularidad planetaria de lo que parecía una estrella brillantísima; y, en fin, recordar la pequeñez propia del terrícola ante la vastedad inconmensurable del universo.
Es esta una posibilidad más que brinda el enclave del castillo, sobre todo en noches veraniegas -que cuando no es la luna son las estrellas y la vía láctea-, de la que se puede disfrutar mucho. Y así, de algún modo, vamos preparándonos para el Congreso Estatal de Astronomía.
2 comentarios:
¡Y cómo no avisais! Hubiera ido de buena gana.
Por cierto, no me puedo creer que no hubierais estado ninguno de los dos en Montearagón ¡si es un clásico! Yo de crío recuerdo haber ido varias veces con mis padres, aunque creo que no he visto la mayoría de lo restaurado. No me importaría volver a ver cómo está ahora.
Por cierto, creo que ya lo comenté con Varislav un día, pero me parece increible tener ese castillo ahí y el poco caso que le hacen las autoridades. Es indignante que tenga que ser una asociación de ciudadanos quien se encarge de la restauración del castillo.
¡Saludos!
Ya ves. Te aseguro que no había subido aún. Fue emocionante ir por vez primera.
Pues sí, caso poco. Bien se vale de la asociación, que entre el festival folk y algo más va preocupándose. Yo me imaginaba el castillo aún más ruinoso. Pero me llevé una sorpresa. Si se adecentara... sería otro punto interesante de turismo para Huesca.
¡Saludos!
R
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