viernes, 14 de enero de 2005

¡Una limpieza óptima del aseo!

El reto consiste en empezar a escribir un poco, de lo que sea. Diciendo donde estás, o como estás, o qué ves, y en cuanto menos te lo esperas estás divagando.
Son las doce de la mañana, y estoy en mi habitación. La habitación de un apartamento universitario de Valladolid. Mi compañero esta limpiando la cocina. Después de que él termine de usar la fregona y demás aperos, tengo que enfrentarme al baño.

No resulta tan sencillo limpiar bien un baño. Hay que dedicarle un tiempo. Suelo comenzar por el inodoro, que resulta lo menos grato. Pero se hace rápido. Eso sí, hay que acordarse de echar el producto que limpia y desinfecta las paredes de la taza. Después hay que estar atento a limpiar bien las tapas articuladas, pues siempre suele haber algún resquicio con suciedad. Y finalmente dar una mano a lo que es el depósito. No estaría de más mirar si queda papel, o si hay algún tubo ya agotado que llevar a la papelera.

Luego tengo la ducha. Hay que pasar un paño por los azulejos, y limpiar bien los bordes de la misma. Por supuesto resulta imprescindible que quede limpio el fondo y las correspondientes paredes. Evitando así posibles caídas e igualmente se evitan reparos posibles al entrar descalzo.

Tras esto hay que dedicarse a dejar pulcro el lavabo y el espejo (no olvidarse del espejo). Los bordes suelen ser los más afectados por la suciedad. Y limpio también con un paño el lavabo en sí y el grifo. Hay que recordar que debajo del jabón se suele tener que rascar un poco. El espejo no resulta tan fácil que quede bien. Le aplico el producto correspondiente pero hay que tener cuidado: El secreto de un buen resultado radica en el secado de dicho producto. Una vez hecho todo esto tengo que limpiar la balda que sustenta los cepillos de dientes, colonias, y demás artefactos. Lo más costoso es retirar estos objetos y volverlos a colocar. La balda se limpia con rapidez con un mero paso del paño.

Solo restaría pasar un escoba y una fregona con pasión (y desenfreno según las prisas). Resulta engañoso, pues parece que es poca superficie la que hay que limpiar, sin embargo esta llena de recovecos difíciles de alcanzar. Pongo un poco de atención y pericia, y lo dejo resuelto en un tiempo minimizado, -sobre todo gracias a la práctica-.

¡Una limpieza de baño resulta esencial para una vida saludable y confortable! (¡y feliz!)

Mi compañero ya ha finalizado su labor. Así que me toca.

Sean felices!


Ric.

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