Si bien no tengo idea de lo que voy a acabar hablando en estas líneas, tengo que empezar escribiendo algo. Quizás sea esto el mítico miedo al papel vacio, tan comentado.
Estos dias me doy cuenta de lo importante que es tener la obligación de hacer algo. Me explico. Tengo las clases por la tarde, como bien sabeis. He aquí, pues, que tengo las mañanas libres.
Las mañanas pasan insospechadamente rápidas. En un principio no tienes excusas que te obligen a salir de casa. Ademas de que con este frío no apetece. De tal modo, que no llegas a despejarte bien. Y asi te encuentras. Taciturno sin saber qué hacer. Lento caminar por el escuálido apartamento. ¿Ponerse a estudiar? "¡Que modorra, aún no!". Trascurre el día, y no te enteras. Llega la hora de comer, y a clase. Es entonces cuando descubres que no has hecho nada por la mañana. Te da rabia. ¡Te prometes que de mañana no pasa de estudiar y hacer trabajos!
Pero pasa. Y se te vuelven a escapar las mañanas como el rio que corre bajo el puente.
Recapacitas, y te das cuenta de lo aprovechada que estaba la mañana cuando tenias colegio o instituto. Y de lo dificil que es imponerte a tí mismo para empezar a trabajar y estudiar, ¡que no te tiene que importar que sean las seis o las ocho!. Hay que sacar adelante los estudios con tu propia voluntad. Ya no hay faltas de asistencia. Ya no hay quien te avise de que llegas tarde. Eres tú, y tus ganas por seguir adelante. Y esto es un cambio. Una responsabilidad a la que enfrentarse, y que nos hace crecer como personas. Forjando así el individuo que seremos con el tiempo.
Riq.
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